La última vez que lo vi, me salió la notificación de que estaba haciendo un directo. Al meterme, vi que estaba de espaldas a la cámara. A todas luces abatido. Estaba doblado en dos, con las manos sobre las rodillas, las piernas separadas, la cabeza baja. Por un momento llegué a preguntarme si no estaría vomitando. Pero alguien movió la cámara y pude ver que simplemente estaba ocupado en contemplar, entre sus pies, una cagada de perro. Un paraguas apareció de pronto y comenzó a desplazarla ligeramente con la punta. Su mirada seguía el movimiento y la encaraba en su nueva posición. Eso a las tres de la tarde, ¡por favor! Confieso que no tuve el valor de darle like, estaba trastornado. Simplemente le envié un mensaje directo con la publicación del sorteo etiquetándole, al tiempo que para mis adentros le deseaba buena suerte. Cuando dos horas más tarde salí de trabajar, él seguía en el mismo directo y en la misma postura. ¿Qué veía de fascinante en una mierda?
Señor Fickmann, contable y amigo de los buenos tiempos y de los malos