Interrogado en esa ocasión (separación de cuerpos) sobre el deterioro de nuestras relaciones, no supo evocar más que los cinco o seis abortos (ay, yo no los provoqué), los primeros tiempos de nuestra unión y el veto que consecuentemente tuve que oponer al fin (ay, muy a disgusto) a todo lo que de cerca o lejos pareciese obra del amor. Pero acerca de nuestra felicidad (pues la tuvimos), ni una palabra, señor, ni una palabra.

Señora Aspasia Budd-Crocker, diseñadora de botones a domicilio, Commercial Road East